La higiene bucal es algo habitual en las personas. Cuidamos nuestros dientes por salud y también por una cuestión estética.
Los dientes nos tienen que durar muchos años y son imprescindibles para alimentarnos; además, cuando sonreímos nos gusta lucir una dentadura limpia. No se nos ocurriría descuidarla durante meses por los problemas que eso conllevaría. Estas mismas reglas se deben aplicar a las mascotas.
El cepillado diario de sus dientes no es un hábito frecuente todavía, pero es muy importante. Dada la dificultad que esta práctica entraña, hay que educarlos desde cachorros para que se acostumbren a este tipo de manejo. Existen productos específicos: cepillos de cerdas blandas, para no dañar sus encías y pasta dentífrica especial, que puede ser ingerida y no da problemas intestinales.
Los snacks de textura dura o piensos secos ayudan por su acción mecánica, pero en ningún caso sustituyen al cepillado. Los juguetes tienen una acción similar, aprovechando su costumbre de mordisquear las cosas con pasión.
Si no cuidamos este aspecto del mantenimiento de una mascota, rápidamente se formará una placa bacteriana cerca de la encía, de color amarillento y que conduce a la formación del sarro o placa por la deposición de minerales de la saliva. La encía se inflama debido al sarro y se retrae, y el problema llega a afectar a los tejidos que envuelven y sujetan al diente (tejido periodontal), y que puede acabar con pérdida de la pieza. Además, este foco infeccioso puede pasar a la circulación sanguínea y dar problemas en hígado, riñones, corazón o pulmones.
Los signos que nos indicarán si nuestra mascota tiene esta enfermedad son:
- mal aliento
- coloración amarillenta del diente (placa bacteriana)
- cálculo marrón-grisáceo (sarro) cuando ya está más evolucionada
- encía inflamada y enrojecida; en ocasiones incluso existe sangrado
- salivación, dificultad para masticar e incluso dolor, que lleva al rechazo de la comida.
- desprendimiento de piezas dentales (no por la edad, sino por falta de higiene)
Algunas razas de tamaño pequeño, cómo el Yorkshire, el Chihuahua o el Maltés, parece que desarrollan con más rapidez esta enfermedad. También aquellas mascotas que son alimentadas a base de comida de lata, que es más blanda y no tiene acción mecánica, sino que por el contrario, permanece más tiempo en la cavidad bucal.
Cuando la enfermedad ya está instaurada, y antes de que evolucione a peor, es recomendable pedir consejo veterinario. Normalmente se realiza una limpieza bucal, mediante aparatos de ultrasonidos como los utilizados en odontología humana, y para ello se requiere anestesia general; nuestros animales no son tan pacientes como nosotros, y no colaboran abriendo la boca y dejándose hacer. Si la enfermedad está muy avanzada, puede que necesite tratamiento antibiótico y alguna extracción dentaria de aquellas piezas más afectadas.
Como veis, la higiene dental es una cuestión importante para su salud y bienestar. Tenemos que concienciarnos de la necesidad de este hábito, para evitar problemas en el futuro. Revise la boca de su mascota y no dude en dirigirse a nosotros ante cualquier duda.